La Palestina

Ahed Tamimi
Cuando pasé por la cocina percibí olores que nunca había sentido, la mezcla de alguna especia exótica agitándose al sonido de una cuchara, acaparó mis sentidos, esta chica debe ser de algún país asiático pensé, mientras caminaba por el apartamento que temporalmente compartíamos.

Finalmente, decidí buscar un vaso con agua, más por curiosidad que por sed, quería ver qué preparaba, por su acento estaba claro que no era de un país de habla hispana, pero hablaba muy bien el español, y sus rasgos aunque exóticos, no me mostraban un lugar con el que asociarla.

-Cómo me dijiste que te llamabas pregunté
-May, mi nombre es May,
- Lo qué estás preparando huele muy bien
-Ah si ¿quieres probar? te invito
-Que chévere, sí, me gustaría
-¿De dónde eres?
-De Palestina
-¿Y tu?
-De Colombia
-Ah si, me dijiste
- Eres la primera palestina que conozco continué
-Somos muchos por el mundo afirmó

Así comenzó nuestra conversación, May, nació en un campo de refugiados y responde sin tapujos, nos han invadido, al tiempo que continúa describiendo una historia, en la que de no ser porque la tengo enfrente y no titubea cuando la cuenta, hasta pensaría que es fantasía.

Es refugiada, quedó “atrapada” en España, cuando después de un viaje académico, le dijeron en el aeropuerto que por su pasaporte no podía pasar, simplemente estaba prohibido, sin papeles, sin más ropa para cambiarse que para unos días y toda una bruma de pensamientos, sin su familia, sin hablar el idioma, sin nada, ahí comenzó su historia en España, comenzar de cero, como miles de palestinos en el mundo.

Desde que el 14 de mayo de 1948 se fundara el estado de Israel, han sobrevenido una serie de luchas que han derivado en desplazamientos, miles de muertos y poblaciones completamente azotadas por la violencia, en una continua disputa por el territorio.

Al quedarse en Madrid, May pasó a vivir en un apartamento de refugiados, junto a otros migrantes, entre esos una chica etíope y un colombiano (oh sorpresa) países que comparten una historia trágica de sus conflictos y una sonrisa en medio del drama.

Si doy los detalles que me contó sobre su adaptación no haría justicia al relato, basta con decir que una mente oriental, tuvo que comprender nuestra forma occidental de vivir la vida, de sentirla, de percibirla, y aún así descubrir que no estaba lejos de su cultura, que somos iguales en cuerpos y miradas distintas, buscamos todos lo mismo. Hay mucho machismo dice, también hay una liberación sin sentido, una rebeldía, una tontería que no lleva a nada y así andamos todos, pero por lo verdaderamente importante, por lo que hay que luchar, nos quedamos cortos.

Es una activista comprometida con su causa y la de las mujeres, vengan de donde vengan, conocerla me ha enseñado a quitarme la miopía sobre el Islam, sobre la burka y sobre todo la mirada distante del “otro”, me ha invitado a las marchas que realizan en Madrid pro-Palestina y a los encuentros como el que tuvimos con Ahed Tamimi, la joven palestina que salió hace poco de prisión, luego de pasar ocho meses encerrada por abofetear a un soldado israelí, hoy convertida en el nuevo símbolo de la resistencia Palestina.
Por eso cuando se anunció que Colombia reconoció a Palestina como estado, sentí una gran alegría, fue para mi una especie de orgullo compartir con ella este logro, que de no ser porque la conocí, honestamente miraría a lo lejos, como cuando uno busca el tema de un conflicto en los libros de historia. Es cierto, las cosas nos duelen y nos impactan cuando nos tocan el corazón y qué seriamos sin ese viajero curioso.




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