Un particular rebusque de la ola invernal



Mientras para algunos ha sido toda una tragedia la temporada invernal en Colombia y más puntualmente en las costas del país, para otros que ven en ella una forma de trabajo y de rebusque, se convierte en toda una oportunidad para sacar a relucir el ingenio y la recursividad que caracteriza el colombiano.
Cartagena, el paraíso Caribe que desde los cielos muestra sus luces y el espejo de agua, que divertido recorre sus bordes, limita sus murallas y dirige sus canales, es también una de las damnificadas por los frentes fríos, la ola invernal y la falta de prevención de las entidades de control, que a pesar de conocer las posibles consecuencias de un severo invierno en la ciudad, dejan a merced de la razón pública, la limpieza de los canales y las estrategias de evacuación de las aguas.
Aquí donde el invierno deja sus estragos y se desbordan de aguas negras los barrios de la ciudad, se unen las voces, sin excepción alguna, pues desde el laguito, Castillo Grande, hasta el Pozón y Nelson Mandela todos son damnificados.
El Corralito de Piedra, que encierra las calles más vistosas de la ciudad, se convierte por estos días en una piscina bastante singular donde el ingenio costeño se desborda, es así como nace “el puente” de tabla, que ofrece las más variadas opciones para los locales, que afanados van para sus casas, necesitan hacer una diligencia o simplemente cruzar una calle que por sus profundidades, bien valdría la pena alquilar un bote.
Por lo general los administradores de esta particular ruta de acceso, tienen sitios estratégicos en la ciudad donde fácilmente pueden ser ubicados, la Plaza de los Coches, el Mercado de Bazurto y calles del centro, que por esta época parecen un centro de piscinas recreacional.
Pasar por estas tablas tiene su precio, varía de acuerdo al administrador y a lo amplio que sea el trayecto, 100, 200 o 300 pesos es la cuota más baja, algunos más exigentes piden 500, pero en su mayoría piden lo que se les pueda dar, el servicio incluye pasar seco y sano por las lagunas improvisadas y si lo solicitan una mano amiga que sin importar lo profunda, sucia o fría que este el agua, se ofrece a pasarlo (a) a cambio de que tenga mayor seguridad.
Todos los cartageneros conocen y participan de esta ruta de acceso, saben que aparece cada vez que llueve y que llegar seca (o) al trabajo es cuestión de esperar a que “los tablilleros” saquen su ingenio.

Comentarios

Entradas populares