El pesebre de granos y cereal


Cada vez que llega el mes de diciembre, surge un aire de esperanza que se reafirma en armar el arbolito, decorarlo, sacar el pesebre, esperar las brisas que vienen cargadas de fe y novedades.
Las creencias populares dicen que quien haga un pesebre en su casa y rece consecutivamente la novena al niño Jesús durante 7 años, él le concede una casa;  gracias a esta creencia muchas familias católicas construyen pesebres que parecen corregimientos, municipios y ciudades enteras con palacios y personajes en tamaños reales, la forma y el tamaño varía según la decoración y la proyección que visualiza la persona.
Precisamente pensando en que el pesebre es sinónimo de abundancia,  humildad,  amor y respeto, decidí hacer uno que tuviera todos esos elementos y que reuniera en un mismo concepto estas significativas palabras, pero además y lo más complicado que le hiciera honor a la humildad, pues la experiencia ya me había demostrado que un pesebre bien hecho puede ser un agujero grande para el bolsillo.
Al reunir todas estas características reflexioné, tal como algún día alguien me había dicho que en el mundo todo se podía relacionar con una fruta, muy seguramente también  podría relacionar los elementos de un pesebre con unos granos y cereales, fue así como José y María tomaron forma con arroz, maíz y lenteja, el Niño Dios se convirtió en frijol cabecita negra, la cuna frijol negro, la estrella dorada que guió a los reyes, se transformó en una mezcla de garbanzos y cereales, los reyes magos cada uno con sus regalos, se convirtieron en graciosos personajes de colores y sabores si decidiéramos cocinarlos, y el infaltable burrito, ahora tenía melena de arroz, cuerpo y patas con hebillas de frijol.
Las herramientas para armar un pesebre como este son sencillas, tal como lo exige la tradición, cartulina negra, granos y cereales de todas las clases posibles, tijeras, goma e imaginación.
Al final tenía listo mi pesebre y podía rezar la novena, ahora no sólo estoy segura de que llegará la casa, sino también la prosperidad, porque si los mitos no fallan, terminar el año con cereales y granos en un lugar visible de la casa es sinónimo de abundancia y en el mío sobran las dos cosas.


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