Despertar a través del arte

 

La danza, esa inspiración maravillosa. Imagen de Pexels en Pixabay

Hace poco terminé de leer uno de los cuadernos de notas de Leonardo da Vinci, me sumergí en la mente de este hombre considerado un genio por las múltiples formas como reveló sus pasiones. Desde la pintura, la escultura hasta la ciencia, da Vinci fue capaz de crear tratados sobre matemáticas, anatomía, botánica o fisiología, todo al mismo tiempo. 

Me sorprendí al descubrirlo más simple y básico de lo que lo imaginé, llegué al principio de las páginas con la expectativa de toparme con algo incomprensible y resultó todo lo contrario, encontré a un observador cautivante, un relator de la naturaleza que apreciaba los detalles y se escurría entre los días expresando su placer a través del silencio y la introspección, una mente aguda decidida a enseñar todo lo que sabia y dejar un legado para la humanidad. 
La Mona Lisa, la obra más famosa de Leonardo da Vinci, expuesta en el Museo Louvre. Imagen Free- Photos en Pixabay


Era un descriptor de la realidad que disfrutaba crear y tenía un sentido crítico de la sociedad y la belleza, amante de la naturaleza como pocos, así lo reflejan algunas de sus líneas: “me atrevería a afirmar que aquellos que se dedican a estudios matemáticos y estudian solamente a los maestros de esta materia y no a las obras de la naturaleza, son descendientes, pero no hijos de la naturaleza, que es la maestra de los buenos maestros… Se esfuerzan en vano aquellos que no toman por modelo a la naturaleza, maestra de maestros”. 

Esta lectura me hizo reflexionar sobre el arte y es que en la actualidad hablar de arte puede ser tan atrevido como pretencioso si no te has cultivado mínimamente en los conocimientos de esas sensibles formas de expresión. Ya sea que lo hagas de forma profesional o simplemente como un apasionado amateur, exponerse a la sensibilidad de un artista es navegar en la incomprensión de mundos con los que sólo coincides si tienes el alma lo suficientemente dispuesta y receptiva para comprender. 

Estoy segura que todos hemos estado alguna vez de pie frente a una obra pretendiendo sentir admiración por algo que no entendemos o que sencillamente no nos importa, porque el arte se trata de coincidir, de apreciar, de observar en silencio, de ser. 

Por lo tanto, si no te sientes inspirado por una obra, desafiado o cautivado, está bien, del mismo modo como no somos afines con todas las personas no lo somos con las obras de arte, y eso también hace parte de la experiencia, porque finalmente de lo que se trata es de conectar con sus creadores, te conoces un poco más también cuando reafirmas con contundencia lo que no te gusta. 

Ahora bien, quiero aclarar que cuando me refiero a arte, al menos en este escrito lo hago en un sentido general, hablo de toda forma de expresión que refleje ideas, emociones, costumbres y cultura a través de diversas técnicas. Aunque en un sentido estricto las llamadas “bellas artes” como fueron catalogadas en el siglo XX la pintura, la escultura, la literatura, la música, la danza, la arquitectura y el cine son las que han tomado relevancia, cada vez son más las formas que se incluyen dentro de este concepto de arte.

También, he de resaltar que esta nota no trata desde ningún punto de vista de acercarse a descripciones técnicas del arte, no estoy hablando aquí de saberes especializados, sino de la conexión natural, mística o como le quieras llamar a ese momento en el que la obra conecta con tu ser, te inspira. 

Probablemente una de las razones por las que muchas personas encuentran lejana esa conexión con las obras artísticas es porque han sido reducidas en el imaginario a espacios concretos y accesibles sólo con dinero. Los museos, las galerías y un sin número de lugares diseñados para ser lugares de exposición han creado la idea de que solo aquellos que tengan conocimientos o recursos pueden acceder. 

Aunque gran parte de los museos son públicos o tienen días gratuitos y se dedican a educar por medio del arte, más recientemente a través de múltiples plataformas en línea, parece que ese imaginario entre los espacios y las personas se ha marcado profundamente. 

Desde mi punto de vista cuando conectas con una obra, eres capaz de comenzar un viaje de placer para descubrir la mirada de otros artistas, porque de lo que se trata es de abrir el alma para captar lo que alguien ha querido reflejar. 
Son las niñas y los niños quienes nos enseñan en las formas más sutiles, cómo conecta el arte con el alma, deja que te guíen. Imagen de Jurai en Pixabay

Sentirnos conmovidos por colores, trazos, formas, movimientos, letras y escenas, no es más que la suma de pequeñas cosas que en conjunto alguien ha visualizado en medio de su inspiración y que llegan a ti solo para reafirmar que el mundo de otros no es tan diferente ni lejano como parece, que compartimos las mismas experiencias, aunque solo algunos sean capaces de darle sentido a través de incontables formas, que hay un mensaje común y depende de cada persona averiguar cuál es y hacer su propia interpretación.

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