La historia de mis tetas

Una mujer valiente

Cuando la confirmación del cáncer de mama llegó, teníamos las manos entrelazadas, fueron tal vez los 20 años que para ese entonces llevaba nuestra amistad los que probablemente hicieron que una noticia tan dolorosa no quebrantara nuestra fuerza. 

Pero ninguna experiencia nos prepara para enfrentar la incertidumbre de la muerte, ninguna, no hay corazón por más fuerte, espiritual o amoroso que sea, que no tiemble frente a la posibilidad de la partida. Tener un diagnóstico de cáncer de mama a los 27 años te da solo dos opciones: luchar o morir, así de dramático, así de simple. 

Voy a narrarles esta experiencia en primera persona, aunque en realidad soy la segunda, porque a veces expresar el dolor, el miedo y el amor, se convierte en un laberinto donde la mente confunde y el corazón se queda de coprotagonista. 

Lo que le sigue al diagnóstico son eternas y constantes visitas al médico, a los especialistas, a los expertos, a las máquinas, a los múltiples exámenes, que se tragan la paciencia y los suspiros de ansiedad que trae cada respuesta. Saber si hay metástasis, si el bicho ha llegado a otro lugar, si ha saltado de las tetas al hígado, a los pulmones, al cerebro. 

Cuando ya tienes la certeza de que no es así y el tratamiento comienza, la quimioterapia llega para sanar quemando lo malo y lo bueno, se caen el cabello, las pestañas, los bellos, se oscurecen las uñas, se debilita la piel, se adelgazan las venas, sé que es un retrato cruel, pero real. He visto cómo cualquier rasgo de vanidad queda reducido frente a la enfermedad, porque si algo tiene el cáncer es que te arranca de un tirón y sin aviso las expectativas. 

Sesión de quimioterapia 

Luego viene la cirugía, puede ser antes o después de la quimioterapia. La mastectomía, esa que hizo famosa Angelina Jolie, ya era conocida entre las mujeres que portan un cáncer de mama ¿te imaginas sin tus tetas? ¿sin tus pezones? Si, eso pasa, todo se va, se borra con un bisturí. Si te realizas una reconstrucción inmediata, tendrás un par de bellos senos envueltos en cicatrices, que siguen siendo hermosos y ahora llevan la huella de tu batalla. 

Si por el contrario, esperas a hacerla y te tomas un tiempo, tendrás un pecho, solo un pecho, sin tetas, te observarás plana en el espejo, y te darás cuenta que tu feminidad, no te la da tu cuerpo, te la da tu ser, que ser mujer no depende de tener senos grandes o pequeños, de tener el cabello largo o corto, de tener uñas largas o pintadas, de ser gorda o flaca, te darás cuenta por fin, que eres mujer porque en esencia es así, porque lo sientes. 

En este proceso, conocerás profundamente el amor, quiénes se quedan y quiénes se van, a quiénes el dolor de tu sufrimiento les doblega el alma y a quiénes nunca les importó y está bien, nadie necesita una carga innecesaria, ni ellos ni tú; porque también habrá días muy malos, donde tu carácter se tornará insoportable, donde el aburrimiento y la frustración se apoderen de ti y sin embargo, quienes te aman ahí se quedarán, a veces en silencio, a veces observando, a veces gritando, a veces quejándose, pero ahí. 

También notarás que tu cuerpo y tu ritmo cambia, que no harás las cosas igual, tal vez las hagas incluso mejor, que verás el mundo con otro filtro, el de la paciencia, la tolerancia, el respeto, la admiración. 

Cuando el tratamiento acabe, es posible que queden secuelas o no, dependerá de tu cuerpo, dependerá de muchos factores. A esa lucha le tienes que sumar la toma de consciencia sobre tus hábitos ¿qué comías? ¿te ejercitabas? ¿vivías estresad@? ¿a qué le dabas importancia? Son preguntas que se repiten increíblemente en todos los enfermos y las personas sanas siguen sin hacérselas, siempre me pregunto ¿por qué? 

Tal vez es la falta de empatía, la consciencia de ponerse en el lugar del otro, comprender por momentos, que alguien ahí está sintiendo algo diferente a ti, pero tarde o temprano tú lo puedes sentir, la empatía nos salva, léelo bien, porque en un mundo donde todos hacemos parte de todo, hoy, mañana o pasado, tarde o temprano, pasarás por el mismo camino, entonces por qué no aprender de los maestros que nos pone la vida. 

Y quienes están a tu alrededor aprenderán, se fortalecerán contigo, madurarán, crecerán de formas que ni se imaginan, despertarán sus sentidos, sus formas de expresar cariño, se les abrirá el corazón y tu lección será su lección. 

Las historias de amor también tocan la puerta de quienes sufren estos dolores inmensos, como la de este par de enamorados: él venció el temor de acompañar a su novia al altar, porque un hombre valiente sabe dar un paso hacia el misterio, hacia lo desconocido, aunque se muera de miedo, aunque parezca absurda su elección, lo hará y ahí descubrirá inmensas lecciones, inmensas formas de amar; y ella venció el temor a aceptarse, porque una mujer que pierde el temor al rechazo y comprende que es mucho más allá que un cuerpo, sabe estar para toda la vida. 

Que viva el verdadero amor
Uniendo fuerzas para concientizar a más mujeres

Cuando el verdadero amor llega siempre está envuelto en la incertidumbre, en esas capas surrealistas donde lo importante es saber interpretar cada señal y se fortalece con la confianza, lo sabes, porque nunca más volverás a experimentar algo así, por eso solo unos pocos tienen el privilegio de abrazarlo, porque se dan cuenta y comienzan un viaje intimo y real. 

Un consejo sabio, exclusivo para corazones valientes
Recien casados

Todo este camino comenzó con un autoexamen de mama, con una simple mirada en el espejo, con un tacto en el que descubrió una masa tan pequeña que en un principio fue un diagnostico inconcluso. Si no hubiese escuchado su intuición, si no hubiese insistido en más revisiones y exámenes, si no se hubiese detectado el cáncer a tiempo, tal vez hoy yo contaría otra historia, tal vez hoy no escribiría esta nota. En honor a ella y su valentía, hazte el autoexamen.

Concientizando a otras mujeres sobre la importancia del autoexamen

Regalando esperanza

Uniendose a las batallas de todas 
Mi amiga del alma


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Gracias por publicar esta historia. Más que una lucha contra la enfermedad, es una historia de amor propio y de pareja... ese que logra romper las barreras del miedo, el dolor.
Tu y yo sabemos lo que es perder grandes amores por esta enfermedad tan desgarradora, tan inminente, tan fatal... que solo los corazones valientes entienden que pase lo que pase, la grandeza está en aceptarlo, afrontarlo y dejar huella en los demás. Te aplaudo Eglis y eres ejemplo a seguir. A ti, mi querida Ledy, gracias por plasmarlo de esta manera!
Paola ha dicho que…
Mil gracias por tus palabras, las valoro mucho.

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