Comida consciente


Desde hace un tiempo quería escribir sobre la educación alimenticia, no soy nutricionista y jamás he hecho un curso sobre alimentos o buena alimentación, de hecho ni siquiera estoy interesada en la moda de comida saludable y fitness, y para eso tengo mis razones.
Sin embargo, considero prudente, especialmente porque lo vivo en mi propio organismo, que es necesario reivindicar la importancia de la crianza en una buena alimentación, y asociar los valores a este aprendizaje, para que en el futuro los actuales niños e incluso jóvenes se hagan conscientes de lo que comen y por qué.
Desde que pasé los 25 años y un poco antes he visto a mi circulo de amigas y amigos preocupados por lucir cuerpos más sanos, y bien tonificados, han realizado cambios en su alimentación y han recurrido a diferentes métodos para estar tal cual lo desean, pero también los he visto sufrir y quejarse en el proceso, es lo “normal” dicen; pues a mi no me parece tan normal, y no quiero imponer mi punto de vista, solo darlo. 
He sido delgada toda la vida, nadie me ha visto kilos de más, la variación ha sido muy poca, pero también me han visto comer a mi antojo y sin excesos, sólo lo que me provoca y debo decir que ahora que estoy sin querer inmersa en el discurso común de lo “saludable” es la primera vez que analizo conscientemente que mi crianza y posteriormente mi elección influyó positivamente en que hoy pueda hacer elecciones gastronómicas, sin tener que acudir a las dietas ni gimnasios.
Lo resumo en algo sencillo, ver los alimentos como seres vivos que nos aportan energía como naturalmente lo son, así es, aunque pueda parecer increíble, ser conscientes de que cada trozo de comida que nos metemos a la boca es un organismo vivo que posee nutrientes que luego se integran a nuestro cuerpo, puede ser el comienzo de una variación en nuestra alimentación.
Esa es una de las principales razones por las que no me gusta el alcohol o fumo cigarrillo, porque cuando lo intento siento cómo mi cuerpo reacciona negativamente, y ya dirán muchos que con unos cuantos más la sensación se pasa, pues no, con unos cuantos sólo nos hacemos inconscientes y por eso olvidamos escuchar el cuerpo cuando habla naturalmente y dice eso no te conviene.
Lo mismo pasa con los alimentos, lo principal es escuchar tu cuerpo, ver cómo reaccionas, sentir qué duele, qué no, qué engorda, qué fluye, qué sientes al final, porque es la forma como nos conectamos naturalmente con nuestras células, que son seres vivos y para las cuales somos un universo. 
Las comidas rápidas, las salsas, las grasas, los azucares y toda la variedad de alimentos a nuestro alcance que consumimos hablan de nuestras elecciones, si comes en exceso y a rebosar será necesario que analices que está faltando por llenar, da igual si bebes o por el contrario no lo haces.
Hay un cuerpo que debemos cuidar, no porque la sociedad nos imponga un modelo de vida o una figura a la que hay que llegar, esas son tonterías inventadas por el mercadeo y las ventas de productos.
Es necesario que nos detengamos y analicemos si lo que comemos nos satisface, nos gusta, se pueden hacer todas las dietas posibles pero sólo siendo conscientes y agradecidos con cada pedazo que nos metemos a la boca podemos lograr un estado físico ideal y con esto no me refiero a los estereotipos de moda sino a la forma y medidas que te hagan sentir saludable y cómodo.

Siempre estamos a tiempo de hacer cambios, ojalá eligiendo con un poco de interés lo que consumimos, escuchando nuestro cuerpo cuando se enferma o nos manifiesta a través de reacciones qué cosas no le convienen y qué cosas si.

Para mi la mejor dieta es la que haces cuando comes lo que te gusta, pero también y como un ser pensante logras identificar lo que te beneficia, porque si te gustan las comidas chatarras y los excesos esta claro que algo hay que cambiar.


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