A Favor de los Conductores

He escrito varios artículos sobre lo caótico que es el transporte público en Cartagena y por imágenes en noticieros nacionales veo que las principales ciudades del país no son la excepción, las lista de mis críticas por lo general iban dirigidas en parte a los conductores que con sus auto impuestas normas de transito contribuyen a generar graves problemas de movilidad.
Pero hoy y luego de hacer una observación de estos conductores debo decir que escribiré en defensa de ellos para que la balanza tome el equilibrio que en toda sociedad debe primar.
Para empezar comenzaré diciendo que estos hombres (porque hasta ahora no he visto mujeres en Cartagena) tienen la paciencia del santo Job, seamos honestos cualquiera que escuche la sarta de vulgaridades que les lanzan los usuarios cuando se sienten ofendidos, aburridos, animados, enguayabados, entre otros estados de ánimo que por sus reflexiones bien parecen padecer problemas de salud mental, responderían con un acto que podría tipificarse en la constitución nacional.
Y siguiendo con el tema de las sandeces estos hombres deberían proponer un congreso a la RAE (Real Academia Española) para la inclusión de nuevas palabras que por su uso constante ya se pueden agregar en el diccionario, además de otras más comunes que demuestran la naturaleza lectiva de los cartageneros, porque eso si repetidas y conocidas en la jerga de todos si están. Después de una parada dada unas cuadras más allá, inicia el discurso afectivo de los pasajeros que lanzan prodigiosas descripciones como ¡Perro hij…ta dónde me piensas dejar! ¡Para o es que tienes dos mo…da en los oídos! ¡Estúpido! hasta amantes furtivos de su familia se suelen encontrar ¡Mar…con ayer me c#$%/ a tú her…na! en fin ni para que mencionar, seguramente cualquiera que comente podría aportar muchas más.
No bastando con los remoquetes que diariamente les suelen inventar, aparece siempre una mujer voluptuosa que sale de la nada o más bien de una esquina, con un vestido corto, colorido y por lo general de flores, buena pierna, bastante cola, que se sienta en el puesto al lado del conductor, derrama sus caderas y con sutileza abre la entrepierna, luego de haber dejado el rastro inconfundible de algún perfume de “marca” de revista, el pobre hombre comienza una miradera que termina por entorpecer su ya fallido intento de ser un ciudadano cabal.
Para completar no falta el pasajero que en la entrada del bus piensa si sube el próximo escalón, mientras el insufrible pito chilla diciendo a gritos ¡señor usuario no obstaculice el paso! al tiempo que el conductor grita energúmeno que le están marcando el sensor; y qué decir del pasajero que después de subirse dice francamente que el nada más tiene mil pesos, tu veras a ver, mientras se sienta en uno de los puestos y se come las tres mandarinas que acaba de comprar.
Las anécdotas son innumerables, como aquella que una vez me contara mi hermano sobre un chofer que fue acusado de ¡cachón! Luego de repetir una y otra vez una champeta en apología a la infidelidad… Lo cierto es que en un enfrentamiento los usuarios son decenas contra uno y aunque infractores, mirones (observen el espejo retrovisor) groseros y amargados, son bastantes las ocasiones en las que ellos también son las víctimas.

Comentarios

Entradas populares