La Palenquera de la Plaza de Santo Domingo

Visitar Cartagena en temporada novembrina se convierte para nativos y visitantes en todo un espectáculo, colores, música, ambiente festivo y uno que otro desorden son autenticas costumbres que se pueden observar.
Entre tanto ruido, personas, caras y sonidos, hay una palenquera que bien se podría constituir en una de las personas más famosas de la ciudad, su porte, estilo y características culturales son reconocidas nacional e internacionalmente,  con su palangana de frutas, transporta mágicamente la gracia del Caribe, con ritmo y cadencia.
Se llama Ángela, Ángela Casseres repite, con acento de palenquera “Tengo 65 años y trabajo aquí en la Plaza Santo Domingo desde hace 33 años, vengo de martes a viernes a las 9 de la mañana y trabajo con los turistas, luego cuando se van me pongo a vender frutas aquí en la plaza de dos de la tarde, hasta las cinco, que recojo todo y me voy al barrio, vivo en Nariño y a Palenque de donde soy voy todos los sábados en la tarde y me regreso los martes” cuenta.
Su imagen es tan reconocida como la de cualquier famoso actor, cantante o actriz de Colombia, está en todas las postales, afiches y  páginas de internet que promocionan el Corralito de Piedra, ella lo sabe, se ríe cuando le pregunto, me dice pícaramente que la gente la abraza y se emociona cuando la ven, especialmente los extranjeros, le cuentan que sorprendieron a un amigo aquí y otro allá con una postal donde aparece su rostro.
Cuando ve extranjeros, especialmente de los cruceros extiende su falda de lado a  lado, es colorida, intensamente colorida, lo hace como un pavo real y la sacude al vaivén que le marcan sus caderas, se contonea azarosa frente a ellos, les permite que la admiren, la huelan, casi que la degusten, hasta que alguno la reconoce, le sonríe y le pide una foto, solo hizo hasta quinto de primaria, pero hace alardes de sus conocimientos de inglés y le dice a la turista “one dollar lady” así se la pasa Ángela cada mañana.
Tiene 12 vestidos de colores fuertes y vivos, le brillan los ojos mientras lo cuenta, los manda hacer con una modista de su barrio, los más bonitos los luce cuando hay cruceros, los demás son para el diario, nunca repite uno hasta que haya lucido los demás, ella dice que moda quiere y su modista los cose.
Cuando Ángela visita Palenque le cuentan sus amigos y familiares que la vieron en televisión, es popular en su pueblo, ella lo sabe, pero al fin y al cabo cuando se desposa de  los ruidos y las costumbres de la ciudad se refugia en Palenque y vuelve a ser una más, se olvida de las fotos, de la plaza, de los turistas y del día a día, se sumerge en lo que muchos llamamos una maravilla.


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