SILBINTON EL MIMO CALLEJERO


Sigiloso y bien erguido, se mete las manos en el bolsillo, con cara de serio, pero semblante de dirigente, Silbinton Gómez imita a la gente.
Silbinton es un cartagenero de 23 años, amante del buen humor, como buen costeño, sabe la gracia y el encanto que genera una sonrisa. Su mirada alegre y genuina, contrasta con el blanco puro de la pintura en su piel, su sonrisa amarillenta y sus dientes que parecen acabados de salir de una trifulca callejera, son los componentes de su trabajo, una labor que realiza todos los días en Cartagena.
Es mimo, trabaja por las tardes hasta que muere el sol y renueva su trabajo al otro día cuando las sombras vuelven a caer.
Las 3:00 de la tarde son para muchos casi la finalización de una jornada, para Silbinton es el comienzo de su día laboral. Se levanta, se baña y se empieza a maquillar, conocedor de las técnicas que realzan sus expresiones, sin mucho reparo se aplica labial, se coloca las pestañas y se mira en un espejo al finalizar.
Camisa blanca, pantalón, zapatos y chaqueta negra, sombrero de copa ancha y un pito singular son los componentes de su ajuar.
A las cuatro de la tarde lo esperan las calles de Cartagena, históricas, siempre alegres y bellas. Los turistas son su ocupación y les hace caras hasta lograr una moneda, un dólar, un euro o algo mejor.
Cuando las sombras de los arboles marcan en el piso del Parque Bolívar que son casi las cinco de la tarde, se prepara para esperar el galope de los coches, porque sabe que los mejores clientes están a punto de pasar.
“A los turistas europeos, les encantan las mímicas, las mofas y todo lo que uno pueda hacer con los gestos, se ríen mucho, a veces no me entienden, pero yo me las arreglo para que me den plata y aja una sonrisa que retribuye mi trabajo” afirma Silbintón.
LA PANTOMIMA, UN ARTE ANTIGUO
Silbintón es un representante de la pantomima “que todo imita”, un arte que nació en el siglo V, A.C, en Grecia y Roma, para cautivar a los pueblos de la época que encontraban en las imitaciones y peculiares actuaciones una forma divertida de pasar las tardes europeas.
Son muchas las acepciones y los significados que tiene el maquillaje y la forma de expresión que usan los mimos. En la Grecia antigua las condiciones de los escenarios teatrales no permitían que las luces y la acústica llegara al público más alejado, por esta razón los artistas optaron por maquillarse la cara de blanco para reflejar mejor su rostro,y evitar el uso de sonidos para reemplazarlos por el lenguaje corporal de gestos y señas.
Aunque Silbinton no conoce mucho de la historia y la importancia de este particular arte, conoce las técnicas básicas que debe utilizar un mimo para hacer creíble su actuación, e incluso le ha añadido un pequeño pito, que hace despliegue de su ingenio e imaginación.
En el 2003 ingresó a la Fundación Llamará, una entidad ubicada en el barrio Santa Rita, que se encarga de capacitar a jóvenes en técnicas como la pantomima, los sancos y diferentes artes en general. Su director es Harold Herrera, actual campeón mundial de sancos en los records Guiness.
En esta fundación, Harold le enseño a él y a otros cuatro compañeros más, la magia de la pantomima. Hoy esta práctica representa para silbinton una fuente de supervivencia y trabajo.
Todos los días destina una cuota de su trabajo para la Fundación Llamará, quien se encarga de afiliarlo y conseguirle seguros sociales, seguro de vida, seguro de salud y otras prestaciones.
“Es una forma de contribuir con la fundación, que me ha ayudado tanto. Yo admiro mucho a mi profesor Harold, porque me ha enseñado a trabajar y a disfrutar este arte” asegura Gómez.
EL TRANSCURRIR DE LA NOCHE…
A las 5:30 aparece el primer coche lleno de turistas, los mira, contabiliza y se decide a abordar. Una sonrisa enmarca su rostro y sus mejillas se comienzan a estirar para imitar la cara larga y puntiaguda de un pasajero, que se ríe al observar.
Cuando cesa la actuación, con el sombrero hace un despliegue de arte y creatividad, lo dobla como si tuviera una animal o algo muy importante que mostrar, los turistas asombrados se asoman para observar, pero es solo un cartel con la palabra “gracias por su colaboración” lo que encuentran al final. Entonces unos dólares caen y Silbinton baja apresurado para imitar el paso lento y medio parco de un turista que pasa por su lado.
“Yo imito a los turistas porque son los que más dan plata y se divierten , en especial si son extranjeros, los de aquí son muy duros, no dan plata y si dan, dan unos pesitos y así no es rentable” afirma entre risas Silbinton.
Un sereno comienza a caer levemente sobre el piso cartagenero, los carros pitan y la luna ya apareció, al mirar el cielo es evidente que la noche ya llegó, entonces Silbinton se prepara para hacer sus actos finales, pues cuando el reloj marque las diez de la noche, su jornada habrá terminado.
FALLECIÓ UNO DE LOS GRANDES DE LA PANTOMIMA
Hace un mes murió a los 84 años uno de los grandes mimos del mundo, Marcel Marceau, un francés que dedico su vida y obra a hacer reír a la gente.
Marcel es precursor del renacimiento de la pantomima en el mundo, sus actos llenaban los teatros por donde iba. Conocedor del arte en su más pura expresión, este artista dejo un legado especial, a todos aquellos que como él saben trasmitir los sentimientos, solo con mirar y gesticular.
Silbinton conoce poco o nada de este gran artista, pero sabe que grandes como él, han inspirado su trabajo y el de sus profesores. Ante la noticia de la muerte de Marceau, se queda pensativo, pero poco reflexivo, entonces comenta con una mirada ingenua “que descanse en paz”.
La torre del reloj, movió sus manecillas y marco las diez de la noche, la jornada de silbinton terminó, recoge su sonrisa, su sombrero y se dispone a regresar a casa, lo espera su hija, una pequeña de cinco meses de edad, que ha heredado según él la gracia del papa.
Sabe que mañana es otro día y aunque poco le importe la muerte de uno de los mimos más viejos, ahora esta en sus manos hacer literalmente las representaciones que mantengan este arte vivo en el recuerdo de quien lo ve en pleno acto de teatro
Callejero.

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