PORQUE LA ARENA ES EFIMERA...FERNANDO SE ENCONTRÓ EN ELLA


Cartagena es visitada cada año por cientos de artistas, que encuentran en ella el placer de regocijarse en su belleza y plasmarla a través de sus sentimientos en obras. Pinturas, oleos, retratos, tallados o cualquier expresión del alma es elaborada por el cuerpo y reflejada materialmente en la realidad.
Pero pocos toman esa belleza y con los mismos elementos de la naturaleza, la transforman con sus propias manos en otro paisaje digno de admirar, como lo hace Fernando Restrepo Botero, un antioqueño andariego de 51 años, que le mostró a los cartageneros, la importancia del arte al natural.
La torre Eiffel, los reyes magos, el castillo, las murallas e incluso las curvas de las palenqueras han quedado dibujados en los murales de arena que Fernando construye en su imaginación y que luego como él lo afirma compacta con el corazón.
Su mirada lejana parece perderse en el horizonte de las ideas, sus manos viejas y ajadas muestran el paso de los años y sus uñas guardan sus materiales de trabajo. Con su delgadez casi invisible entre una camisa y un pantalón, él recibe con agrado nuestra conversación.
“Bienvenida, bienvenida a mi humilde morada, que hoy es ésta, mañana puede no ser nada” comenta Fernando (entre risas).
Aunque trato de hacer mi presencia casi nula en medio de la playa, él la magnifica con su mirada, pues dice que con sólo mirar a los ojos, puede ver el alma. Entonces cuando ya cesa de analizar, él me permite comenzar.

Soy un hombre andariego, colombiano, me encanta vivir, vivir para el arte, del arte no se vive, se vive para el arte. Me siento feliz, poder entregarme a mis obras y alejarme de ese mundanal ruido, es lo sideral, es el espacio, lo es todo. Yo no tengo preocupaciones, ni remordimientos, yo soy un hombre tranquilo (suspira con evidente tranquilidad).

¿Cómo transcurre su niñez Fernando?
Yo soy hijo de un gran hombre Tiberito Restrepo, hombre de leyes, aquel que le tocó la guerra de los mil días, no participó porque siendo de una tendencia, tenia amigos en el otro bando, entonces optó por meterse a un cañón, una montaña de exuberante vegetación y pasó sus mil días mientras terminaba la guerra. El me engendro de 69 años y ¡bendito sea mi Dios que fuerza de hombre! Me dio mucho vigor.
Fue juez de la república y en el gobierno de Rojas Pinilla en el 57 hubo un decreto, que decía que los municipios que generarán menos de 500 mil de pesos de renta no pagaban jubilación, él vivía en Saramanca, el municipio no alcanzaba la cuota, entonces se quedo sin jubilación. Aburrido. Sin embargo, luchador de la vida, puso su gallinerito y una huerta, porque él decía que una casa que no tuviera solar no era una casa.
Yo era un niño muy inquieto, travieso, hiperactivo. A los doce años estando en tercero de primaria, porque de ahí no pasaba (risas) tuve problemas con el profesor, porque antes se hacían solo unos exámenes, el que los perdía, perdía y no había nada que hacer. Pase toda la noche estudiando, saque cinco y cuando hizo las sumas en el tablero me apareció la materia como perdida, entonces yo reclamé, le dije que se había equivocado y me contestó que se quedaba así, y yo rompí el examen se lo tire en la cara, me vino a pegar con una regla y me defendí.
Me expulsaron, le dije a mi papá, papá yo no quiero estudiar más, y Tiberito me dijo, ¡ve éste se me maduro biche!, yo le respondí me voy a buscar mis pantaloncitos largos.
Porque antes a uno le colocaban unos pantaloncitos cortos, que les decían los picapollos, uno llegaba a la casa, aquel que no se ganara los pantaloncitos largos, pasaba la familia entera acosándolo y pellizcándolo para que se los ganara.
Fue así como mi papá me dio cincuenta pesos y me dijo que me los ganara, cogí la plata y me vine pa´ la costa.
Llegue al Paseo Bolívar en Barranquilla y no me aguante el olor a pescado todo el día, entonces me acorde de que tenia dos hermanos que manejaban transporte fluvial en el Rio Magdalena, me embarque y luego me vine pa´ Cartagena.
Llegue a Bocagrande, ahí me encontré con Isidora, una palenquera, ella vendía sus frutas y me dijo ehh y el cachaco que hace aquí tan pelao, ¿anda solo?, yo le dije que si, que me había venido de la casa pa ganarme los pantalones largos y ella me respondió bueno yo te llevo pa la casa, te doy la comidita, la dormida y tu me ayudas, yo dije listo. Así estuve con ella tres meses yendo y viniendo de Palenque a Cartagena todos los días.
A los tres meses le dije a Isidora, ya me quiero ir pa la casa, ya tenia amigos que me habían dado platica, ropa, comida para el viaje, pero yo no les aceptaba pantalones largos, no, los pantalones largos me los tenia que poner mi señor padre, en ese entonces era un orgullo, era como un certificado.
Cuando volví a la casa, llegue con relojito, ropita, tenia mis cositas, mi mama se alegró, me beso, mi papa simplemente me miro y salió, al rato llegó y exhibió los pantalones, no se me olvidan sus palabras ¡te los ganaste hombre!, yo Salí por todo el pueblo sacando pecho y diciendo ¡estoy listo!
¿Cuándo descubre que le gusta la arena y hacer formas con ella?
Resulta que durante mi estadía en Cartagena, me gustó jugar con arena.
Mis hermanos antes de que yo viniera a vivir acá, todas las vacaciones las pasaban en Cartagena y a mi no me traían, por inquieto.
Un día que se venían de vacaciones, me les metí en el carro, en la caja de herramientas, a los siete años y me les vine pa Cartagena, esa fue la primera vez que conocí el mar. Cuando ya me vieron no pudieron hacer nada, durante los cinco días que duramos se fijaron que a mi lo que me gustaba era jugar con arena y como yo era muy travieso y no los dejaba hacer nada, me colocaron un montoncito de arena y me dijeron si te haces algo bien bacano, te damos un premio, entonces yo con esa promesa de engaña bobo comencé a hacer unas figuritas, la primera fue la torre Eiffel, yo no sabia de dónde era, pero sabia que era una torre famosa, yo le insistí y le insistí mucho, porque cada vez que la moldeaba se me caía, me daba rabia y dije algún día te paras y así fue, pasaron ocho años, a los quince la pude hacer sin que se callera.
Durante mi estadía en Cartagena a los doce años también jugaba y hacia figuritas con un baldecito y una cucharita.
¿Por qué le gusta tanto la arena?
Porque la arena es efímera, mutable, imperfecta, manuable, por eso la escogí, porque nunca permanece igual, al fin y al cabo yo soy arte pasajero, como somos todos, es algo que ni se compra ni se vende.
Lo veo muy sublime, lo veo muy bacano, aquí no llega nadie a decirme toma te doy toda esta plata y hazme esta obra pa ponerla en su sala, pa enorgullecerse y darse ínfulas, una obra que solo la ven tres personas. A mi me gusta es el arte popular, que me vea todo el mundo, que los niños gocen, que no haya estrato, no hay clases sociales, no hay ninguna clase de ligamento distintivo. Eso me apasiona de la arena, me da esa expresión popular.
Usted ha viajado por toda Colombia, ¿en qué lugar de nuestro país encontró la mejor arena para hacer sus figuras?
Ahhh si, yo desde que Salí de mi casa y me gane los pantaloncitos largos me gusto la calle, anduve la seca y la meca.
La arena la consigo en todas partes, allá al lado del rio Medellín, por el rio Magdalena, por todos lados, y con todas puedo moldear mis figuras. Lo que me gusta de la arena es el lugar en donde esta, por eso me gusta la de Cartagena, porque cuando miro hacia el horizonte, cuando se mezcla el sol con el agua, yo se que no hay ni principio ni fin, ni primero ni último, entonces es una cadena, un circulo interminable.
Yo simplemente me dejo llevar por el viento, porque Eolo (Dios del viento en la mitología griega), es un amigo muy bacano, no hay mejor aliado que la brisa, el simplemente me jala, son instintos.

Si usted es un artista y vive de sus obras, pero sus obras no le dejan ninguna recompensa, ¿cómo se mantiene?
Como me ha pasado en ciertas circunstancias, la gente ve mi trabajo y me pide que haga algo, una empresa para algún evento pide que les esculpa en la arena el logo de la institución o que les escriba frases y eso si lo cobro, me llaman para que les talle algún objeto o realice un dibujo en especial, gano bien, me alcanza pa vivir así sin ataduras, sin nada material.
Eso si a mi las cosas me llegan por casualidad, porque he estado en el momento justo en el instante preciso, porque yo no tengo celular, no tengo nada electrónico porque a mi me gusta andar incomunicado, pa que no me molesten, porque así uno se da cuenta que al que le van a dar le guardan.
¿Tiene hijos?
Tengo cuatro hijos, el primero 34, la segunda 30, la tercera 26 y el último 19, además tengo una hija adoptiva de 23 años.
Actualmente el mayor es piloto de aviación, vive en Arauca felizmente casado, me ha dado una nietita., lo visito, me escribe, le escribo. La segunda es sicóloga, felizmente casada, también me dio una nietita, por ahí tengo la foto. La tercera es ingeniera de sistemas, no se ha casado, ella dice que primero se independiza y luego se casa y el ultimo parece un pimpollo, el hombre hizo su bachillerato y ahora estudia dibujo publicitario, tiene el trazo bien fino, pero las mujeres no lo dejan quieto, entonces salió muy pintica y ha tenido sus problemitas, pero yo se que eso se le pasa (risas).
¿Y mujeres?
Tuve muchos amores, fui de buenas o de malas, porque se me han muerto tres. Mi mama me decía, mijo usted es un berraco, yo he visto mujeres que entierran hasta tres y cinco maridos, pero un hombre que entierre tres mujeres no lo conozco (carcajadas).
Pero me dejaron unos hijos maravillosos, que amo mucho así como las ame a ellas.
¿Cómo define su vida?
La vida es lo que uno se lleva, porque lo otro no es nada.
Yo digo que el mejor reconocimiento que le pueden hacer a uno es el recuerdo, que la gente diga, ese hombre dio su vida por el arte.
Me regocijo cuando recuerdo a esos niños que he dejado que tumben mis obras, llegan mamas hasta donde yo estoy diciéndome, vea es que este pelao no me deja en paz, quiere dañar su obra, se quiere montar, y el pelao puto y piedro, entonces yo le digo mi señora eso no se le puede dejar al niño metido adentro, ¿Cuál quiere tumbar?, entonces le digo al pelao vaya súbase y reviente, cuando ya revienta la primera el pelao tiene tal descanso que ya no quiere seguir tumbando las demás.
A mi me encanta lo efímero, no me gustan esas maricaditas, de medallitas, ni papelitos, a mi que no me jodan la vida, yo me quedo con la arena, al fin y al cabo a ella he de volver.

Fernando es un hombre con evidentes cualidades artísticas, sus manos, como la arena en su vida han dejado huellas imborrables en lugares como Taganga, donde esculpió en piedras tres apartamentos con la forma de un cacique Aruaco.
Todos los años es un deleite para los locales y visitantes observar a los reyes magos, los arbolitos de navidad o a la sagrada familia erigida en arena.
Como los atardeceres, Fernando siempre esta en búsqueda de lo diferente, lo cambiante, a veces lo irreal, ahora él sigue su rumbo buscando aportarle a la sociedad aunque sea de granito en granito su arte y su humildad, para ver si algún día como él lo dice nos amamos de verdad.

Comentarios

Mari ha dicho que…
Hola me encantó el artículo,quisiera saber dónde puedo encontrar a mi padre,soy tiberio Restrepo el hijo menor de él,quisiera encontrarlo,
Alguna información en este correo tiberio.rpo@outlook.com o a maritzavalencia67@gmail.com,graciaS

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