Carl Sagan y la cacería de brujas

Algunos de los poderes que se les atribuía a las brujas era la intuición, la adivinación y la capacidad de percibir en su entorno cosas sobrenaturales. Les recomiendo leer la investigación cronológica de Gustav Henningsen sobre lo que fue la cacería de brujas.

Los relatos de brujas son muy comunes en nuestra infancia, todos hemos escuchado que vuelan en escobas, tienen narices largas, verrugas enormes y echan maldiciones que pueden dejarte durmiendo por siglos o transformarte en animales con solo un chasquido. 

Desde cuentos de hadas, hasta tradiciones orales, pasando por el cine, los libros o la televisión, las brujas han ocupado un amplio espacio en la cultura popular, en el que están ubicadas como seres terribles capaces de las peores crueldades, son ellas las dueñas de los hechizos, las transformaciones, los robos de niños, las conquistas de hombres y la ruina de palacios y pueblos enteros. 
Obra El Aquelarre de Goya (Óleo de Francisco Goya. 1797-1798). El arte ha documentado históricamente la representación social de las brujas.

En la actualidad, el termino bruja se usa con frecuencia para nombrar con desprecio a la chismosa del barrio, a la mujer que le reclama al marido, a la suegra incomoda, a la que tiene una intuición poderosa, a la feminista, a la que muestra carácter, a la jefa, a la que es sanadora; bruja, según estas características realmente podría ser cualquiera, porque sea que sus atributos se asocien a algo positivo o algo negativo, el gran problema de una bruja es simplemente ser mujer. 

Obra titulada Dulle Griet of Helleveeg de David Rijckaert III. 1650. Es una de las obras que retratan a las brujas con escobas y aspecto de monstruo. Diversas obras  especialmente las de Peter Brueghel el Viejo (1526/30-1569) han contribuido a crear el imaginario de mujeres feas, con formas de animales.

Y justamente aquí, entra en el relato, Carl Sagan, reconocido astrónomo y científico norteaméricano, escritor de varias obras que entre los años 80 y 90 fueron piezas claves para la divulgación de la ciencia y su filosofía. Sagan se encargó de cuestionar las visiones religiosas que daban explicaciones fantásticas a sucesos comprobables a través del método científico y defendió la idea de que la ciencia debía tener un papel relevante en la sociedad, para contribuir a un mundo más diverso, igualitario y respetuoso, en el que las creencias y dogmas personales y religiosos no se confundieran con “verdades absolutas”. 

En su libro El mundo y sus demonios, Carl explora pasajes históricos de la humanidad, que muestran cómo los dogmas han protagonizado momentos oscuros y cómo las viejas creencias se han adaptado en la modernidad a nuevos discursos que siguen sin poder comprobarse a través de experiencias materiales o procesos científicos. Aunque desde mi punto de vista su escepticismo no da espacio a cuestionar la ciencia y su método, considero que en particular su libro nos deja varios debates que bien podríamos retomar, pero sobre todo una investigación que vale la pena seguir difundiendo ¿realmente existieron las brujas? ¿quiénes fueron? ¿por qué un escéptico como Sagan se interesó por ellas? 

Les recomiendo este libro de Carl y también ese jugo de zapote, ambas cosas son un placer para el cuerpo y el espíritu.

Comenzaré por contar que entre el siglo XV y el siglo XVIII en Europa y América existió una “cacería de brujas”, básicamente la religión católica y la ortodoxa a través de la inquisición y posteriormente las autoridades civiles, se encargaron de señalar, condenar y quemar mujeres por usar supuestamente poderes y celebrar reuniones (aquelarres) en las que se realizaban conjuros y prácticas adivinatorias, en contra de las normas y las practicas religiosas del momento. 

No obstante, la investigación realizada por Gustav Henningsen muestra que las creencias sobre las brujas trascienden a Europa y América y se encuentran relatos similares en otros continentes como África y Asia, donde también se cuentan historias sobre mujeres con poderes sobrenaturales, capaces de dominar la materia y manipular el espíritu. Henningsen afirma que la brujería no es una técnica o arte que se pueda aprender, es una habilidad innata que poseen ciertos individuos de la sociedad, que en sus entornos representa una desestabilidad para las normas establecidas. 

Aunque en su mayoría eran mujeres, también algunos hombres fueron acusados de brujería. Los registros de la época (investigado por Wolfgang Behringer) muestran que murieron aproximadamente 60000 mujeres en toda Europa. Y surgieron tratados como el Martillo de Brujas (el más importante), escrito por los alemanes Heinrich Kramer y Jacob Sprenger (seleccionados por el papa Inocencio VIII), que explicaba cómo reconocer una bruja, torturarla y juzgarla. 

Obra de David Teniers, h. (1635). Una bruja preparando una pócima con su caldero. 

En el Capítulo 7 titulado: el mundo poseído por demonios, Sagan reflexiona sobre algunos de los argumentos de la época para condenar y matar a las brujas que bien nos valdría conocer: 

A cada bruja se le obligaba a implicar a alguna más, así los números crecían exponencialmente y constituía una prueba de que el diablo sigue vivo… Se solían buscar “marcas del diablo” manchas de nacimiento o cicatrices… En los juicios no se admitían pruebas atenuantes o testigos de la defensa… las mujeres jóvenes y bellas eran enviadas forzosamente a la hoguera. 

De acuerdo con Sagan, esta cacería tenía una ganancia especial para los perseguidores: 

Todos los costes de la investigación, juicio y ejecución recaían sobre los acusados y sus familias, hasta las dietas de los detectives privados para espiar a la bruja potencial, el vino para los centinelas, el banquete para los jueces, los gastos de viaje de un mensajero… El resto de las propiedades de la bruja condenada, si las había, se dividía entre la iglesia y el estado. 

¿Bastante jugoso cazar a una bruja no? 

 Sobre los perseguidores Carl sostiene: 

Los elementos eróticos y misóginos eran fuertes, como puede esperarse de una sociedad reprimida sexualmente, dominada por varones, con inquisidores procedentes de la clase de los curas, normalmente célibes. 

La cacería de brujas teóricamente llegó a su fin a finales del siglo XVIII, propulsada por el nacimiento del sistema científico, y la creación de un método comprobable a través de la experimentación. Sin embargo, hoy en continentes como África y regiones de América Latina, siguen produciéndose asesinatos a mujeres y niños acusados de brujería (ver los niños brujos del Congo). 

Los relatos de bruja que parecen cosas del pasado son historias que pocos realmente conocemos, nos cuentan la historia a medias o simplemente como un suceso oscuro de nuestra humanidad, pero la realidad es que tal como lo sostenía Carl en su libro, esas acciones son las bases de comportamientos misóginos que en la actualidad se enmascaran tras nuevas formas de expresión, donde la mujer sigue siendo juzgada socialmente por sus comportamientos. 

Esa herencia vergonzosa hoy condena a las mujeres por ser “brujas”, lideresas, sanadoras, políticas, feministas y por atreverse a tomar el espacio público para reclamar por sus derechos. Por supuesto, estas acciones desestabilizan las estructuras de poder y las normas que nos ubica en puestos y lugares donde no incomodamos, donde podemos seguir siendo parte de la sociedad tal y como está, ganando tal vez una que otra libertad, pero no la suficiente como para crear cambios.

Viejos discursos sostienen muchos, viejas y antiguas formas de seguirse victimizando, pero para quienes no conocen la historia, su condena en este caso es continuarla, creer que son otros los jueces, otros los malos, otras las épocas en las que se cargaba la leña. Hoy siguen siendo las mismas mujeres las que señalan a otras de ser “brujas” tal como antes lo hacían en los juicios para su salvación, sostenidas por un sistema que les enseñó a cumplir roles sin cuestionarse y en los que incomodan aquellas que sí lo hacen.

En el capítulo 24, titulado: ciencia y brujería, Sagan sostiene:

La persecución de brujas se repetirá en sus infinitas variaciones, hasta la época del último hombre... Si no conseguimos entender cómo funcionó la última vez, no seremos capaces de reconocerlo la próxima vez que surja.

El acceso a la educación y a servicios públicos mínimos, que son derechos para otras sociedades, se siguen promoviendo en otras partes del mundo como un privilegio (aunque son universales) y continúan siendo la distracción necesaria para que no se den debates como el de las brujas, el aborto, la igualdad salarial, los feminicidios y tantos otros problemas que las mujeres seguimos enfrentando por ser parte de la humanidad. 

Pero para quienes comienzan a despertar a otras formas de realidad, es inevitable que comiencen los cuestionamientos, que la mente se abra y con ella el acceso al conocimiento, a la información y a otras realidades, porque las “brujas” efectivamente siguen existiendo y habitan la sociedad difundiendo por ahí información que otros se siguen negando a ver.

La ciencia como una luz en la oscuridad. Carl Sagan


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