La comida que tiras

 

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Hace poco mercando en la frutería habitual de mi barrio me topé con una canasta de plátanos maduros de esos con los que hacemos tajaditas amarillas, tortas y múltiples recetas en Colombia ¡listos para botar! Le pregunté al dueño de la tienda si me los podía llevar y me dio un sí, con evidente sorpresa, le expliqué que en mi país cuando están en ese punto son todo un manjar, incluso son más costosos. Ahora ya no los tira, los pone a la venta por un bajo precio y los latinos se acercan al lugar a comprar. 

Vivimos en una sociedad donde las apariencias son más importantes que vivir con honestidad, donde comprar cosas que están a punto de tirarse da más pena que no tener consciencia de que en el mundo hay gente que se muere de hambre. La única vergüenza que deberías tener en la vida es no tener la valentía de evitar que se desperdicie la comida, que se cometan injusticias y que se siga profundizando la desigualdad. 
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El informe 2021 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que en el 2019 se generaron alrededor de 931 millones de residuos alimenticios, de los cuales el 61% proviene de los hogares y el 39% restante se divide entre los servicios de alimentación y comercios.

En contraste el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) asegura que alrededor de 690 millones de personas padecen hambre en el mundo, esto quiere decir que no alcanzan a consumir las cantidades mínimas de calorías que son consideradas necesarias para alcanzar un gasto de energía. Y aunque parezca absurdo este mismo informe, asegura que los altos índices de obesidad de la población mundial también están relacionados con el acceso insuficiente a alimentos de calidad, porque muchas personas acceden a comida ultra procesada o de baja calidad, porque no tienen los recursos suficientes para comprar productos frescos y saludables. 
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Soy una mujer a la que le incomoda profundamente la injusticia y la desigualdad y créanme no me gusta quejarme de todo, pero es que si tienes un poco de criterio y observación te darás cuenta que alguien que vive en situación de pobreza, está expuesto a la violencia, al hambre, a la discriminación y a tantas situaciones que inevitablemente le harán una persona marcada por el dolor y probablemente eso sea lo que transmita a las siguientes generaciones e impacte a la sociedad en la que vives, sí, esa de la que sí te quejas porque no es como te gustaría. 

Algo podemos hacer quienes hemos tenido el privilegio de vivir otro tipo de vida y a estas alturas tal como está el panorama mundial, podrías considerar privilegio sentarte a la mesa a comer tus tres platos de comida diaria, dormir cómodamente, disfrutar de salidas por entretenimiento y lucir la ropa que te has comprado por gusto, todo lo demás ya es ganancia. 

Dirás que tampoco te vas a amargar la vida preocupándote por las tristezas mundiales, ni la hambruna, ya bastante tienes con tus preocupaciones, y si te dijera que en el fondo una cosa se conecta con la otra ¿cambiarías de opinión? 

Esta nota es un llamado para que espantes la tontería, nadie te pide que marches, hagas cambios fundamentales o te sumes en agotadores voluntariados, simplemente que con un poco de humildad, paciencia y consciencia, comiences a analizar y actuar en dónde podrías aportar un poco más a la sociedad, paradójicamente quizás eso pueda comenzar por tu nevera.

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