Los hijos


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Comenzar un nuevo año trae nuevos retos y expectativas, de alguna forma sentimos que es posible comenzar algo, terminar algo, completar algo, hacer algo, porque hay una especie de acuerdo tácito que dice que debemos estar en movimiento y en constante transformación, aunque algunos se apeguen a su zona de confort aterrados por la incertidumbre de los nuevos comienzos.

Y precisamente una de las cosas que me he comenzado a cuestionar es la maternidad, sí, acercándome a los 35 tanto la ciencia como la sabiduría popular exclaman a voces que es momento de pensarla y pensarla muy bien, porque especialmente para las mujeres, aquellas que no se han planteado ser madre como objetivo de vida, tal parece que están reservados pocos lugares en la mesa de la felicidad.

Las madres siempre dirán que hasta que no lo seas no las vas a entender, en ese grupo voy a incluir a las tías, las vecinas, las amigas y de ahí en adelante a todo aquel que se cree con el derecho de sentenciar que tendrás una vida de tristeza si no sigues a la “voz del pueblo” y buscas un pequeño retoño que te acompañe y cuide en la vejez, algo que me aterra, porque ese argumento lo veo casi como una transacción, un intercambio de favores, te traigo ahora y me cuidas después, desconociendo que ser buenos padres es algo que con el tiempo solo ellos podrán discernir, solo en la vida adulta miramos hacia atrás para calificar y valorar a la familia que nos ha tocado.

Así que verán, no veo nada más atrevido que creer que tu proyecto de vida tiene que ser el de los demás, en esta etapa de mi vida me he comenzado a encontrar cada vez más con padres que casi me excluyen de conversaciones con el es que tu no me entiendes, cuando tengas, cuando te toque… Que hablan con una especie de superioridad moral, que desde mi punto de vista muestra ignorancia, porque lejos de ser guías amorosos en este proceso que siempre será de aprendizaje, se agarran de las diferencias para exclamar su validez personal, aun cuando esa aclamada maternidad y paternidad está lejos de ser la ideal, en términos de responsabilidad…

Me sorprendo ¿saben por qué? Porque conozco parejas infértiles, gente infeliz que no quiere ser madre o padre porque sus traumas les impiden incluso pasar por encima de sus propios pensamientos, personas que, aunque quieren no pueden, mujeres que no quieren, hombres que no lo tienen como proyecto de vida y así, la lista sigue.

También conozco padres y madres amorosas, dispuestas a mostrarte un camino, sin tabúes, que reflejan la realidad de este momento de la vida, que viene amarrada a encantos y desencantos, gracias porque su honestidad nos abre las puertas a poder tomar decisiones de manera mucho más responsable, consciente, amable.

No necesitamos victimizar tampoco la indecisión, querer ser madre o padre es una decisión amorosa, no es necesario atribuirles a los malos sueldos, el trabajo, la ausencia de la casa, de marido y de tantas cosas más las razones para no querer serlo, solo para poder justificar socialmente una decisión que es personal, la realidad es que cada quien debería poder sentirse lo suficientemente libre y responsable para expresar sus razones si es que las quieren compartir, así como para traer hijos al mundo, para amar y cuidar.

La maternidad como la paternidad es una elección personal, nadie, absolutamente nadie tiene derecho a cuestionar tus decisiones, pero, sobre todo, creo que estamos en un buen momento para traer al escenario público que aquellas personas que expresan lástima, o creen que llevas una vida sin sentido o incompleta por no ser madre o padre tienen por encima de todo una actitud irrespetuosa sobre lo que significa un proyecto personal de vida.

Así que por favor deje de opinar, cada quien decide cuándo y cómo quiere tener a sus hijos, si es que quiere. Les comparto esta frase para completar.



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