Si el violador no eres tú ¿Por qué te ofende tanto?
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He notado cierto desprecio en los mismos de siempre hacia el himno que de forma valiente varias mujeres en Chile crearon para denunciar la violencia contra las mujeres y que hoy recorre el mundo, expresándose desde la garganta de miles de personas que exigen por sus derechos. No queremos más noticias de muertes, violaciones y abusos, estamos cansadas.
No quiero poner el foco en los
que están creando ruido, pero sí quiero ponerlo en aquellos que no toman
partido, sí, los que solo observan y no opinan para no estar de un lado o del
otro, a riesgo de ser juzgado o juzgada de feminazi.
Cuánto me alegra ver cómo cada
vez hay más mujeres dispuestas a contar su historia, más mujeres no quieren
callar, a mi no me importa ser juzgada de feminazi, porque quien lo expresa,
solo escupe su ignorancia y si tiene un poco de suerte y desea realmente
cambiar, con que escuche una de las tantas historias que las mismas mujeres de
su familia le podrán contar, será suficiente.
Todas, absolutamente todas
conocemos casos de violaciones, abusos y maltrato hacia las mujeres, donde las
protagonistas son nuestras mismas amigas, vecinas, primas, hermanas, madres,
compañeras, es real, tienen que saber que es real, y que lo más grave es que es
en el seno de la propia familia donde muchos de esos casos se dan.
Me he tomado con el corazón esta
bandera desde hace años, porque he visto las consecuencias de lo que el
maltrato y el abuso les ha hecho a esas niñas que hoy son mujeres, muchas
crecen aterradas y muertas de miedo, traumatizadas, entristecidas y rotas, esas
mismas mujeres son las futuras madres de otros niños y niñas que crecerán viviendo
en una sociedad dolida por la indiferencia, no es tiempo de callar.
Nunca olvidamos a los niños,
también son los hombres que construyen nuestra sociedad, ellos también son
abusados, maltratados y callados, cegados por esa misma violencia que nos ataca
a todas, por ti también luchamos.
Entonces que no te incomode que
levantemos la voz, ponte a leer y a escuchar las historias que te rodean y ojalá
no pases la página con indiferencia, los cambios comienzan con la persona que
tienes al lado, porque, de todas formas, escribiendo, hablando, cantando,
gritando y marchando, vamos a seguir insistiendo en que el violador eres tú.
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