Activismo desde la mesa

Por estos días noto con cierta preocupación que muchas personas critican abiertamente a los llamados activistas de mesa, a esas o esos que desde sus redes se dedican a opinar o escribir sobre algún tema por lo general de “moda” que les preocupa.

Esto me hizo reflexionar que cuando te unes a una causa, así sea ideológicamente, lo primero que debes hacer es informarte, leer lo que puedas del tema, actualizarte, tratar de mantener un debate permanente con personas que te rodean y sepas que pueden contribuir, aunque sea en la posición contraria, en fin, hacer lo que este a tu alcance por reflexionar las ideas que concibes como verdaderas ¿es lo mínimo no?

Pues bien, mi preocupación es que noto que comienza a haber la necesidad de demostrar qué haces en pro de la causa, pero ojo, demostrar qué haces masivamente, qué materializas, incluso a niveles políticos, parece que las pequeñas cosas diarias no son importantes, comenzar por la casa y los vecinos parece tarea fácil, ¿realmente lo es?

Yo creo que debemos reflexionar, porque es quizás justo ahí donde más trabajo tenemos, la revolución de las pequeñas cosas, la gota en el océano, el grano de arena, todas esas frases que se volvieron de cajón, pues las acciones no se valoran a menos que sean reconocidas por otros, que tengan un like, un número de vistas o reproducciones…

Estamos ante la necesidad permanente de reconocimiento, en la que, si la gente que me rodea no ve lo que hago, entonces no vale, no funciona, no tiene relevancia, y así vamos juzgando alegremente a aquel que no vemos pero que seguramente hace bastante.

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Es tiempo de ocuparnos de ser realmente actores sociales, de trabajar por nuestros entornos, los que sean, con los que nos comprometamos, no nos sentimos cómodo en todas partes, las flores no florecen en todos los pastos, dejar que otro se desarrolle y encuentre su espacio es también una forma de generosidad. Probablemente sea más fácil empezar por dejar de juzgar ligeramente y mirar siempre lo que hace el otro o la otra.