Un cuerpo diferente, una mirada igual
Tengo una amiga
desde el colegio, a quien siempre he admirado, me ha parecido bella desde que
la conozco, y somos totalmente diferentes, jamás hemos tenido la misma talla,
ni siquiera parecida alguna parte del cuerpo, tal vez nos hemos prestado alguna
vez una blusa, porque nuestras tallas no coinciden, ni el largo de nuestro
cabello, ni los colores que hemos elegido para usar, desde la ropa, hasta los
zapatos.
¿Y saben qué? A través
de esta amistad aprendí a valorar en otra mujer la capacidad de ser bella
siendo completamente diferentes, más que un acto de tolerancia, creo que cuando
humanamente nos conectamos a crecer junto a otra persona, en amistad o amor,
valoramos incluso lo que nos es diferente y lo apreciamos sin juzgarlo, sin
dañar.
Yo creo que hay
un error fundamental y es creer que el cuerpo puede ir al ritmo de la moda, en otoño
la cintura pequeña, en verano las nalgas y los senos firmes, en invierno la
piel de porcelana, en primavera el cabello brillante ¿Acaso es esto posible? Realmente
podemos manipular nuestras formas como cosemos un vestido o un pantalón.
No nos enseñan a
aceptar que hay diferencias, que hay altos y bajos, cinturas anchas y nalgas
grandes, senos pequeños y narices largas, cejas anchas y bocas amplias, piernas
cortas y dedos gordos.
No confundamos
las curvas con una inadecuada alimentación, una cosa es ser gruesa y de huesos
anchos y otra ser gorda o gordo por comer poco saludable.
Vamos a
fortalecer nuestra autoestima con mensajes de amor por lo único de nuestro ser,
trabajemos en reforzar con cariño nuestras diferencias, sin que esto signifique
que debamos reafirmarlas por encima de las de los demás.
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