El Peatón Rojo


Cruzar carreteras, calles y avenidas en Cartagena siempre es una sorpresa, aquí las avenidas parecen pistas de carreras de fórmula uno y las calles pistas de motocross donde la habilidad de saltar andenes, esquivar peatones y frenar en seco se convierte en toda una aventura para sus conductores, sea que vayan con cascos o cartones de control, todos comparten una misma misión,  ganarle la carrera al tiempo ¿de quién? no sé,  seguro todos los usuarios de servicios públicos nos preguntamos lo mismo, porque a estas alturas no estoy segura ni siquiera que sea el de ellos.
Me causa curiosidad que hasta el momento funcionarios del Instituto de Recreación y Deporte -IDER- no hayan hecho un fichaje de los atletas en potencia en los que se han convertido los famosos “esparrin” de los buses, las carreras ya alcanzan los cien metros planos donde hasta hacen relevos en los que entregan testimonios (cartón de control) a sus compañeros de equipo, valdría la pena hacer una competencia sobre cuál servicio público llega más rápido a los controles, muchos disputarían el primer lugar.
Y es que en Cartagena los usuarios de servicios públicos al parecer tienen cara de algún tipo de raza bovina o equina,  por no decir porcina, porque los buses a pesar de los inquietantes y sonoros sensores, los torniquetes que desconocen que vivimos en una ciudad donde abundan las caderas anchas y las puertas que abren y cierran al compas del humor de su conductor, se llenan peor que una lata de sardinas.
En defensa de los conductores debo decir que la permisividad del cartagenero ha hecho que los papeles se inviertan,  originando situaciones increíbles que como algún día lo dijera Gabo, comprueba  que la realidad supera la ficción.
Uno de esos casos lo presencié hace pocos días en la Avenida Pedro de Heredia, frente al Éxito, exactamente en el cruce que hay para pasar a la Castellana; parada esperando que el  peatón que indica el cruce en el semáforo se pusiera en verde, presencié la insólita actuación de las busetas que por ahí transitan, con el semáforo en verde observé atónita como se detenían frente a la cebra sin el más mínimo reparo a esperar que pasajeros subieran a sus buses de carrera, sorprendida por el hallazgo me ocupé de mirar una y otra vez lo que creía me estaba inventando, luego de comprobar que no estaba daltónica y que definitivamente se habían invertido los papeles, escuché una risa que comentó entre las aproximadamente 15 personas que me acompañaban a realizar el cruce, que seguramente yo no era de Cartagena, al voltear me di cuenta que para estas personas una situación tan irregular les parecía completamente normal y lo peor aún habían aceptado el hecho sin debatir las reglas que les habían impuesto.
Al final y luego de pedirle a los conductores  reiterativamente que se quitarán de la cebra, logré aunque sé que sólo por esa ocasión se cumplieran las normas, a los peatones les recordé que la presión social existe y que si nosotros no hacemos valer nuestros derechos como ciudadanos nadie lo hará por nosotros, y que ningún Trasncaribe logrará solucionar los graves problemas de concepción de ciudadanía de los que carece la ciudad.

Comentarios

Komodo ha dicho que…
Creo que hay que dedicarle uno tambien a los mototaxistas que estan convencidos que los pasos peatonales o cruces entre las calles son para ellos hacer sus Ues... ni hablar de los que ya mencionas choferes y sparrins cuando se ensalsan en la estr
uendosa musica de caseta, la cual por su valor cultural no desprecio, pero que en definitiva hace las veces de respuesta positiva al fenomeno al cual te refieres

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